Yo jugaba con mis primas, jugábamos juegos de mesa. Ese día cayó la noche, empezó a llover muy fuerte.
En el cuarto de mis abuelos, habían varios cuadros de Jesús y algunas cruces, pero había una que era la mas grande y representativa.
Terminamos de jugar monopolio, ya eran algo de las 10 pm, yo fui al baño que quedaba al lado del cuarto.
Me entró miedo porque era de noche y esas caras de yeso de Jesucristo mirándote, daba terror.
Es ahí cuando volteo y veo la cruz grande de cabeza. Estaba volteada, nadie la había movido.
Me espanté, y vi que el rostro de Jesús me sonreía.
Entre en pánico, grité y salí de la habitación.
Mis primas escucharon mis gritos, les dije que vayan al cuarto. Fueron y también salieron corriendo.
Trajimos al papa de mis primas, o sea mi Tío. Entró y no se espantó porque la cruz estaba en su sitio.
Al día siguiente fue lo peor, entré en la mañana al cuarto de mis abuelos, ellos estaban durmiendo, pero todos los cuadros y cruces estaban destrozados en el suelo.
Los levanté y dijeron que había ocurrido, no escucharon nada.
Todo eso me pareció muy extraño.
Mis primas y yo lo vamos a recordar como una anécdota en nuestras vidas.
Cuidado si tienes objetos religiosos, pueden terminar volteados y destrozados
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